La Ley de Etiquetado Frontal, implementada en 2021, ha sido criticada por su impacto negativo en la salud y la industria alimentaria. Especialistas en nutrición y representantes del sector coinciden en que esta normativa ha llevado al encarecimiento de productos y a resultados nutricionales insatisfactorios. La clasificación de alimentos como "buenos" o "malos" podría aumentar los trastornos alimentarios, mientras que los sellos han perdido efectividad al volverse comunes. Además, se señala que la ley confunde a los consumidores y afecta la competitividad de las empresas argentinas en el mercado internacional. Para más información, visita el enlace.
La reciente normativa sobre etiquetado frontal ha sido objeto de críticas contundentes, siendo considerada por muchos como una intervención ineficaz del Estado en la vida cotidiana de los ciudadanos. Desde su implementación en 2021, se han observado consecuencias negativas que incluyen el aumento de precios en los productos y resultados nutricionales insatisfactorios.
Especialistas en nutrición y representantes del sector industrial han coincidido en que esta legislación ha generado más problemas que soluciones, afectando tanto a consumidores como a empresas.
La nutricionista Laura Romano advirtió sobre los peligros asociados con la clasificación de alimentos como "buenos" o "malos". En declaraciones al diario La Voz, señaló que “el riesgo está ahí latente, especialmente al considerar que un alimento con sello no puede tener atributos positivos. Este enfoque podría agravar trastornos alimentarios”.
Romano también expresó su preocupación por la pérdida de efectividad de los sellos, sugiriendo que “si todos los productos tienen sello, a la sociedad le terminará dando lo mismo cualquier cosa”. Esta situación representa uno de los principales problemas derivados de la ley.
El diputado Alejandro Bongiovanni criticó abiertamente la medida, argumentando que “esta ley fue excesivamente paternalista y confundió al consumidor”. Según su perspectiva, los sellos no lograron educar adecuadamente a la población, sino que intentaron disuadir sin éxito.
Daniel Funes de Rioja, presidente de la UIA, respaldó esta crítica al afirmar que “la modalidad de los octógonos frontales tuvo como objetivo disuadir más que informar”, generando confusión entre los consumidores.
Desde el Centro de la Industria Lechera (CIL), se alertó sobre el hecho de que “el 70 % de los quesos recibió sellos por exceso de sodio y grasas saturadas". Esto ha afectado negativamente la percepción del consumidor y ha perjudicado la competitividad de las empresas nacionales en el ámbito internacional.
A su vez, la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina expresó su inquietud señalando que “el gran obstáculo del proyecto fue imponer un sistema de advertencia que se convirtió en un modelo punitivo y confuso". Además, resaltaron las asimetrías y problemas legales generados por esta normativa, impactando adversamente las exportaciones argentinas dentro del Mercosur.