Israel intensifies its military campaign in Syria with over 250 airstrikes, targeting the country's military infrastructure following the fall of Damascus. This aggressive assault is described as a genocidal act aimed at establishing dominance in the region, particularly against Iran. The Israeli government justifies these actions as necessary for national security, yet critics argue it reflects an expansionist agenda that disregards international law and the lives of civilians. The ongoing conflict raises concerns about Syria's future and the potential for further instability in the Middle East. For more details, visit the full article.
En el contexto del conflicto en el Medio Oriente, Israel ha llevado a cabo una serie de ataques aéreos sin precedentes en Siria, dejando al pueblo sirio sumido en la devastación. Desde la caída de Damasco, las fuerzas israelíes han ejecutado más de 250 bombardeos dirigidos contra la infraestructura militar del país. Esta campaña no se presenta como una medida defensiva, sino como un acto genocida impulsado por el deseo de Israel de dominar la región y como parte de su estrategia contra Irán, en un entorno donde las dictaduras buscan la supremacía religiosa.
La magnitud y brutalidad de los ataques israelíes abarcan todos los aspectos del aparato militar y de seguridad nacional de Siria. Desde el puerto naval de Latakia hasta el corazón de Damasco, las aeronaves israelíes han atacado baterías antiaéreas, depósitos de armas e instalaciones de investigación con una intensidad que recuerda a la Guerra de Octubre en 1973. El objetivo parece ser reducir a Siria a un estado indefenso, completamente dependiente de armamento obsoleto si intenta reconstruir sus capacidades militares.
Los funcionarios israelíes justifican estas acciones como necesarias para contrarrestar "fuerzas hostiles". Sin embargo, esta narrativa oculta un propósito expansionista que trasciende la defensa propia. La reciente declaración del Primer Ministro Benjamin Netanyahu desde los Altos del Golán, territorio sirio ocupado por Israel, representa un nuevo capítulo en la historia colonialista del país.
A pesar de los intentos débiles por parte de la ONU para frenar esta carnicería mediante la invocación del acuerdo de desenganche de 1974, Netanyahu ha afirmado audazmente que dicho acuerdo ha "colapsado" junto con el gobierno sirio. Esta postura desafiante envía un claro mensaje al mundo: Israel está dispuesto a establecer su esfera de influencia sin considerar el derecho internacional ni las vidas humanas perdidas.
Bajo el liderazgo actual en Damasco, encabezado por Abu Mohammed al-Julani —quien tiene antecedentes en ISIS y Al-Qaeda— se ha mantenido un silencio sospechoso ante las agresiones israelíes. Siria, que alguna vez fue una potencia regional formidable, se encuentra al borde de la aniquilación, con sus capacidades militares reducidas a una sombra de lo que fueron.
El silencio estratégico del liderazgo sirio podría deberse a diversas consideraciones tácticas relacionadas con el equilibrio entre facciones y las complejas alianzas internacionales. Al evitar confrontaciones directas, podrían estar buscando prevenir una escalada o posicionarse mejor para futuras negociaciones.
No obstante, la ocupación israelí y los continuos ataques tienen repercusiones significativas sobre la población siria y la situación general de seguridad en el país. La ausencia de una respuesta contundente hasta ahora no ha cambiado la realidad sobre el terreno, pero podría influir en cómo diferentes grupos dentro y fuera de Siria perciben las prioridades y capacidades del nuevo liderazgo.
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