El plan del presidente electo Donald Trump de utilizar el ejército de Estados Unidos para ayudar en la deportación de inmigrantes ilegales podría ser constitucional, según un análisis de RealClearWire. Los autores Patrick O’Malley y Joe Buccino argumentan que quienes se oponen a esta estrategia malinterpretan la ley estadounidense. Señalan que dos leyes del siglo XIX, el Posse Comitatus Act y el Insurrection Act, permiten el apoyo militar en operaciones de inmigración. A pesar de las preocupaciones sobre la presencia militar en asuntos civiles, los autores sostienen que las actividades de apoyo, como transporte y vigilancia, son legales y no violan la separación entre el ejército y la aplicación de la ley civil. Esta propuesta representa un enfoque inédito ante la crisis fronteriza, un tema crucial para los votantes estadounidenses. Para más detalles, visita el enlace a la noticia.
A pesar de las opiniones contrarias de numerosos académicos y comentaristas legales, el plan del presidente electo Donald Trump para utilizar el ejército de los Estados Unidos en la recolección y deportación de inmigrantes indocumentados podría ser constitucional, según un análisis reciente. Patrick O’Malley y Joe Buccino, colaboradores de RealClearWire, argumentan que quienes se oponen a esta estrategia «malinterpretan tanto la letra como el espíritu de la ley estadounidense».
Los autores señalan que un examen cuidadoso de dos estatutos históricos revela que el apoyo militar para la aplicación de leyes migratorias es permitido. Estos estatutos son el Acta Posse Comitatus de 1878 y el Acta de Insurrección de 1807. O'Malley y Buccino sostienen que, cuando se comprenden correctamente, estas disposiciones permiten al presidente «utilizar fuerzas activas para apoyar la deportación de inmigrantes ilegales».
La posibilidad de desplegar tropas en las calles estadounidenses para abordar problemas relacionados con la inmigración ilegal genera inquietud entre quienes temen la intervención militar en asuntos civiles. Sin embargo, los autores afirman que esta acción es legalmente aceptable y que, sorprendentemente, ya existe una participación militar en este ámbito.
«En la actualidad, aproximadamente 4,000 miembros del servicio apoyan a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza en la frontera suroeste», indican O'Malley y Buccino. «Estos efectivos operan aeronaves de vigilancia, transportan personal de la Patrulla Fronteriza y mantienen vehículos. Estas actividades se encuentran dentro del marco legal establecido para el apoyo militar a operaciones migratorias».
Además, sugieren que la nueva administración podría ampliar significativamente este rol de apoyo. Las aeronaves militares podrían ser utilizadas para transportar detenidos, las instalaciones militares podrían ofrecer alojamiento temporal y el personal militar podría asistir en tareas administrativas y logísticas. Ninguna de estas acciones violaría el Acta Posse Comitatus porque no implican acciones directas de aplicación de la ley.
Surge entonces la pregunta sobre cómo se relaciona esto con la Tercera Enmienda, que prohíbe explícitamente a los soldados estadounidenses ocupar viviendas privadas durante tiempos de paz. Combinada con el Acta Posse Comitatus, estas regulaciones establecen una separación entre lo militar y lo civil en territorio estadounidense.
O'Malley y Buccino explican que el Acta Posse Comitatus fue creada para permitir a los alguaciles locales organizar a los ciudadanos —no a las tropas— para mantener el orden público durante conflictos bélicos. «Los arquitectos de esta ley reconocieron que usar soldados en lugar de ciudadanos para hacer cumplir las leyes internas alteraría fundamentalmente la relación entre el poder militar y la sociedad civil», añaden.
No obstante, esta barrera legislativa contra el uso militar en asuntos civiles no es absoluta. El Congreso frecuentemente establece excepciones que permiten al apoyo militar colaborar con las fuerzas policiales civiles en situaciones como proteger propiedades federales o llevar a cabo operaciones antiterroristas internas.
Los tribunales han determinado previamente que el Acta Posse Comitatus solo prohíbe la participación directa del ejército en acciones policiales, como puede ser la detención de ciudadanos. «Las actividades de apoyo, desde transporte hasta vigilancia, siguen siendo legales», informan los analistas. Esta distinción entre acciones directas y operaciones de apoyo proporciona una base legal para el uso propuesto por Trump del ejército en su programa planificado de deportaciones.
Aún queda por ver si esta estrategia será efectiva. Es notable que sea la primera vez que un presidente esté dispuesto a implementar medidas tan drásticas frente a una crisis fronteriza que sigue siendo una preocupación principal para los votantes estadounidenses.
«La Constitución ofrece remedios cuando las autoridades estatales y locales obstruyen la aplicación federal de las leyes», concluyen O'Malley y Buccino. «La nueva administración tiene autoridad legal para utilizar activos militares en apoyo a la aplicación migratoria. Aquellos que afirman lo contrario malinterpretan tanto la ley como su contexto histórico».
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