El primer impuesto del mundo sobre los eructos y flatulencias de los animales ha sido aprobado por Dinamarca en un esfuerzo por salvaguardar el medio ambiente.
Después de varios años de negociaciones, el parlamento danés ha aprobado finalmente el impuesto.
A partir de 2030, los agricultores deberán pagar un impuesto de 300 coronas danesas (aproximadamente 43 dólares) por cada tonelada de dióxido de carbono equivalente generada por sus actividades. En un lapso de cinco años, esta carga impositiva se incrementará considerablemente, llegando a las 750 coronas (cerca de 106 dólares en la actualidad) para el año 2035.
A pesar de la situación actual, los agricultores obtendrán un reembolso del 60% debido a la falta de tecnología que elimine por completo las emisiones de metano. Para aquellos granjeros que implementen acciones como enviar el estiércol de sus cerdos a máquinas capaces de canalizar el metano hacia la red de gas o utilizar aditivos en las vacas que disminuyan el metano en sus eructos, se incrementarán los reembolsos. Sin duda, surge la inquietud sobre qué efectos podrían tener los productos químicos que alteran la química corporal de un animal lo suficiente como para reducir el metano en sus eructos en la salud de las personas que consumen esos animales.
En un comunicado, Jeppe Bruus, el ministro de Transición Verde del gobierno, afirmó: "Haremos lo que sea necesario para alcanzar nuestros objetivos climáticos. Es una tarea enorme, enorme que ahora está en marcha: transformar grandes partes de nuestra tierra de la producción agrícola a la silvicultura, a los espacios naturales, para garantizar que podamos devolver la vida a nuestras costas".
En Dinamarca, la cantidad de vacas y cerdos supera en cinco veces al número de habitantes, y cerca de dos tercios del territorio nacional se destinan a actividades agrícolas. Esta situación provoca que la agricultura sea la principal fuente de contaminación en el país, lo que atrae la atención de los políticos ecologistas.
La mayor cooperativa láctea de Europa, Arla Foods, respalda la medida. Si bien no apoyan un impuesto de manera directa, consideran que el compromiso representa una solución sensata a las inquietudes ambientales relacionadas con la producción de leche.
Peder Tuborgh, el CEO de la compañía, afirmó: "Entienden que necesitan hacerlo; Quieren hacerlo. Saben que está protegiendo su reputación, y siguen produciendo".
Jens Christian Sorensen, un productor lechero que suministra a Arla Foods, comentó que se encuentra en el proceso de comprender las implicaciones del impuesto para su negocio. Con 300 vacas en ordeño y otros 360 terneros que aún no generan leche pero sí producen metano, está realizando inversiones en sensores que le alertan sobre la salud de sus vacas. Además, está monitoreando tanto el consumo de alimentos como la producción de leche de su ganado.
La creciente demanda de productos lácteos daneses se debe al aumento del consumo global en este sector. Se exporta dos tercios de la mantequilla danesa y la mitad de su leche en polvo.