Y como era esperable, vencida por la realidad, se mimetiza con quienes cree son sus vencedores, la izquierda, adoptando medidas contrarias a la libertad individual como si no fuera un bien personal, un derecho humano.
En 1975, el PBI per cápita en Chile era menor al de México, Argentina y Perú pero hoy los supera llegando a US$ 15.130. En 2010, poseía un PBI de US$ 218.313 millones, en 2018 ya era de US$ 299.887 pero en 2019 el crecimiento se ralentizó y llegaría solo a los US$ 305.556 millones.
La pobreza bajó al 8,6%, y aumentaron los salarios reales. Todo gracias a que se fue liberalizando el mercado, o sea, se fueron devolviendo a los ciudadanos su libertad de crear y producir. Pero no lo suficiente.
Debido a regulaciones que impiden la libre y natural distribución de los ingresos, Chile tiene alta desigualdad: el 10% de la población gana 7,8 veces más que el 90% restante. Estas regulaciones incluyen monopolios y oligopolios que benefician a empresarios enriqueciéndolos a costa del resto.
Por caso, el sistema privado de pensiones ha sido enormemente exitoso en la formación de capital productivo, pero es obligatorio. Es decir, que los empresarios cuentan con un oligopolio -aportantes cautivos-, realizando exageradas ganancias, mientras la mayoría se jubila con haberes inferiores a US$ 400. Los trabajadores deberían tener la libertad de no aportar y dirigir sus ahorros a inversiones más rentables.
Y llegó Piñera. Tuvo mala suerte y, al no entender la libertad, no encontró la salida adecuada. Entre los errores chilenos está el no privatizar y desregular la empresa que explota el mayor recurso de Chile, el cobre, porque es la gallina de oro de los militares.
Así, el presupuesto del Gobierno depende de sus exportaciones de cobre. Pero ahora, a la típica corrupción e ineficacia de toda empresa estatal que no responde a la eficiencia del mercado sino a intereses políticos, se le suma la flojedad en los precios del cobre dificultando al gobierno equilibrar sus libros.
Y Piñera no supo evitar el aumento de la presión fiscal sobre el mercado, los ciudadanos. Según “Libertad y Desarrollo”, desde 2007 los impuestos promediaron el 18,31% del PBI, pero en 2018 subieron al 19,6%. Y el crecimiento de Chile se ralentizó al 2,5% o menos esperado en 2019 contra el 3,3% promedio desde 2010. La tasa desempleo subió al 8,3% en septiembre, encima del promedio de los últimos 10 años de 7,7%.
En Chile algunos gastan el 30% de su sueldo para viajar al trabajo. Cuando el anterior gobierno socialista aumentó el precio del pasaje de metro un 10%, no hubo incidentes, pero ahora Piñera quiso elevarlo 3,75% y unos estudiantes salieron a protestar.
La represión fue brutal indignando a los ciudadanos ya mal predispuestos por el bajón económico del país. Y salieron en masa, desbordando a la policía dando lugar a saqueos y acciones muy violentas. En Argentina, por caso, siendo la situación enormemente peor, no se ha producido esta reacción tan violenta porque la represión no ha sido tan fuerte.
*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California