La red criminal captaba a las mujeres aprovechándose de su situación de necesidad, las ofrecían condiciones de trabajo engañosas y luego las obligaba a prostituirse debiendo estar disponibles las 24 horas del día. Tras publicitar los servicios sexuales, los arrestados se hacían pasar por sus víctimas para conversar por mensajería instantánea con los clientes y amenazaban a las mujeres si se negaban a ejercer la prostitución controlándolas con cámaras de vigilancia.