Lo ocurrido durante el pleno del parlamento del pasado jueves 11 de Noviembre, nos debiera hacer reflexionar sobre las deficiencias de nuestra imperfecta democracia, en especial respecto a los partidos políticos, su funcionamiento y profundo déficit democrático.
Vuelvo a recuperar este título de un artículo escrito el 14 de Febrero de 2020, copiado de una gran canción de Diego Vasallo, en el que reflexionaba sobre la situación global en aquel instante.
Escribo esta reflexión ahora que llega mi cumpleaños. Nací el 17 de Octubre de 1.948, el mismo día por cierto que mí admirado Quique González aunque 25 años antes y Pablo Iglesias (vaya trío).
Vivimos tiempos de zozobra especialmente para el lugar donde nací, Madrid, que recuerdan al famoso chotis de Agustín Lara que da título a mi reflexión.
El próximo domingo 12 de Julio todavía en medio de la pandemia, se van a desarrollar las elecciones autonómicas en dos de los territorios históricos de este país, Euskadi y Galizia; País Vasco y Galicia.
El SARS 2-COVID 19 ha cambiado la vida de la humanidad, allí y aquí.
Lo que a principios de año veíamos como algo que ocurría en la lejana China a miles de Km, la existencia de un mundo interrelacionado donde las distancias no existen, nos lo ha traído a nuestra casa alterando la marcha de nuestras vidas.
Escribo estas líneas a los 76 días del inicio del confinamiento y tres meses del de la terrible pandemia que nos está asolando, por primera vez con una esperanzadora sensación de alivio y optimismo.
No me considero experto en nada, simplemente un jubilado con tiempo que lee las noticias, escucha a los que saben intentando aprender y utiliza el sentido común, el menos común de los sentidos hoy en día.
El 11 de Septiembre es una fecha que figura por diferentes motivos en el calendario, en algunos casos a sangre y fuego. Es como si ese día se hubieran conjuntado todos los planetas con efectos devastadores.
Domingo de una tarde noche calurosa de veranos en un pequeño pueblo de Navarra. Decenas de personas disfrutando del momento como si realmente no pasara nada de nada.
Una de las pocas sensaciones que el COVID-19 ha traído al ser humano, junto a la recuperación del medio ambiente que ha dado un pequeño respiro al planeta, ha sido el silencio.