Sin la menor duda, la celebración de la reciente Convención del PP ha supuesto para el partido una considerable inyección de estímulo, tanto en el aspecto ideológico como igualmente de cara al refuerzo de liderazgo de Pablo Casado y especialmente pensando en la próxima y decisiva carrera electoral que supondrán los próximos comicios europeos, autonómicos y municipales.
El único calificativo que realmente mereció y definió las recientes declaraciones efectuadas por Pedro Sánchez en torno al tradicional “Balance del año 2018”, fue el de “exasperante”.
Ya puestos, reconozcamos que en general, la talla intelectual de nuestros políticos ha experimentado una considerable pérdida de nivel, comenzando por los del partido del Gobierno.
Milagrosamente y desde que el histórico miembro del PSOE, José Félix Tezanos, dimitió de la Ejecutiva socialista para acceder a la dirección del Centro de Investigaciones Sociológicas, todos los meses, el Partido Socialista no deja de acumular potenciales electores en las encuestas, con lo cual Pedro Sánchez, prácticamente, dobla en sufragios a Pablo Casado (PP).
Como por desgracia le sucede a miles de españoles, todos tenemos amigos a cuyos hijos les ocurre algo muy similar a lo que padecen los nuestros, muchos de los cuales, con las carreras terminadas y habiendo superado la treintena, hasta ahora, no han sido capaces de encontrar un puesto de trabaja que les permita abandonar sus hogares, en la mayoría de los cosos por sentirse incapaces de afrontar el pago de un alquiler.
Tal como se están desarrollando los acontecimientos, entra dentro de lo posible que la familia Sánchez-Gómez, actuales inquilinos de La Moncloa, no disfruten mucho tiempo en dicho palacio con su servidumbre y comodidades incluidas.
El hartazgo de los lazos amarillos se ha convertido en algo insufrible. Lo que se inició como una insidiosa manifestación de solidaridad con los políticos presos y la pretensión de ser considerados como presos políticos, continuará dando la matraca…
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Sin la menor duda, el triunvirato andaluz nace carente de la necesaria sintonía entre sus aliados y con notoria ausencia de liderazgo por parte de su presidente, Moreno Bonilla (PP) unido al agravante que entraña gobernar formando parte de una coalición.
Nada más perjudicial para un país que ser gobernado por un presidente dubitativo, contradictorio y para mayor desgracia ambicioso, como le sucede a Pedro Sánchez, quien por obra y gracia de una moción de censura, algo lícito, accedió a la Jefatura del Ejecutivo pero sin pasar las urnas, evitando así que los ciudadanos pudieran expresar su opinión.
Todo parecía indicar que, tras descubrirse la petición de Dolores Cospedal García al comisario José Manuel Villarejo, el espiar a su compañero de dirección en el PP, Javier Arenas, sus días en el partido estarían contados en función de sus declaraciones en la COPE.
De inimaginable y amargo habría que calificar el debut que resultó para Pedro Sánchez su obligada asistencia a la celebración de la pasada Fiesta Nacional del 12 de octubre.
Mientras en las filas socialistas reconocen abiertamente estar viviendo momentos muy amargos, son los propios veteranos del partido los que vaticinan que “esto no puede aguantar más”. Cada día que pasa es peor que el anterior, discurriendo en un clima entre el asombro y la confusión.
Para el actual y contradictorio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con tal de continuar detentando el poder hará todo lo posible. De hecho ya ha comunicado que hasta el 2020 no serán convocadas elecciones generales…
Una vez más, los sesudos asesores de Pedro Sánchez han recurrido al manido recurso de exigir la exhumación del cadáver del dictador Francisco Franco y posterior traslado del Valle de los Caídos al lugar que decidan sus familiares.
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