Lo que resulta más curioso es que, casi siempre, incluso en la diferencia existe un punto de coexistencia, de igualdad, de convergencia.
Pongamos por ejemplo la Navidad como referente. Es una fiesta que conmemora el nacimiento de Jesucristo en Belén. Es una celebración exclusiva del culto cristiano, pero, ¿es posible encontrar relaciones con otras culturas o religiones? Veamos.
Jesús es uno de los cinco profetas más importantes para el islam y en el budismo es considerado como un “bodhisattva”, es decir, alguien que dejó de lado su bienestar para ayudar a los demás, trayendo consigo enseñanzas basadas en la compasión y el amor. El pensamiento lateral es una de esas “curiosidades” comunes a toda la humanidad. Se podría considerar en cierto punto antagónico del analítico, pero ya hemos comprobado que lo que parece no solo no tener relación sino ser contrapuesto es en realidad casi lo mismo. En el pensamiento lateral se resuelven los problemas desde la creatividad. Saltamos por encima de aquellos procedimientos analíticos que constriñen el análisis onírico de la realidad. Como en los videojuegos de plataformas.
¿Cómo puedo transportar con un colador 100 ml de agua de un vaso a otro?
Mientras lo piensan les comentaré un dato curioso que quizás no conocieran. Las bolas que decoran los árboles de navidad representan a las manzanas con las que originalmente, junto a otras frutas, se decoraban especies como los abetos para realizar un ritual sagrado para solicitar la llegada de los espíritus de la naturaleza y la fecundidad de la Tierra. Con el cristianismo estas manzanas rojas pasaron a encarnar el pecado original y las tentaciones de Adán y Eva, frente a las cuales se colocaban velas para simbolizar la luz de Cristo.
En Europa parece ser que el tránsito hacia las conocidas esferas de cristal tuvo además una connotación más mundana: en 1858, en el norte de Francia, una gran sequía impidió el crecimiento de manzanas con las que poder decorar los pinos navideños. Muy probablemente utilizando el pensamiento lateral al responsable de una fábrica de vidrio de la región se le ocurrió sustituirlas por unas esferas de vidrio rojas. El invento gustó, y la llegada de la industrialización posibilitó no sólo la fabricación sino también la comercialización masiva de este decorativo adorno navideño. La concatenación de hechos es, más o menos, la siguiente: Culto a la naturaleza, Adán y Eva, pecado original, cristianismo, manzana, sequía, cristal, industrialización, globalización, y de nuevo cristal como el espíritu del hombre.
¿Tienen ya la respuesta para cómo transportar con un colador 100 ml de agua de un vaso a otro?
Les dejo que sigan pensando y enlazo con lo del “espíritu de cristal” del hombre porque estas “fiestas” entrecomilladas están repletas de nostalgia, estrés y ansiedad para un porcentaje elevado de la población. Pasando a convertirse en un problema de primerísimo nivel tanto para la salud física como la mental. La obligación de ser felices se convierte en la condena de saber que no lo somos.
Lo que sí es evidente es que tras este periodo de diciembre llega enero, y concluye un año comenzando el siguiente, y que tal vez antes del uno de enero de dos mil veinticuatro debiéramos hacernos algunas preguntas, al menos las siguientes que os propongo:
¿Qué lección te ha dado o has dado a la vida este año?
¿Qué tiempo perdido estás aún en condiciones de poder recuperar?
¿Libro, película o serie y canción con las que te quedas en 2023?
Para concluir le diré que la manera de llevar agua con un colador sin que se pierda es habiéndola congelado previamente.
Le aconsejaré que viva la diversidad con respeto y tolerancia aportando su propia singularidad.
Y le desearé que cada pregunta que le asalte durante su existencia sea capaz de responderla junto a alguien cogidos de la mano con la certeza de que debe ser así.
Como señalara Soul Etspes:
“Cuando en el recuerdo existe ausencia te convertiste en melancolía”.