El venerable Scientific American, una publicación que ha estado en circulación desde 1845 y que ha contado con la participación de figuras destacadas como Albert Einstein y Nikola Tesla, ha decidido sumarse al absurdo mundo LGBT en relación a uno de los temas más fundamentales: la sexualidad humana. Sin embargo, las redes sociales no están dispuestas a tolerar semejantes tonterías. Un simple cuestionamiento sobre la cantidad de sexos existentes se desvanece en un mar de palabras confusas en un artículo publicado en octubre por Charles Roseman en Scientific American. Es como si le preguntaras a Scientific American qué hora es y ellos te respondieran explicándote cómo construir un reloj.
Deambularían por el universo del cronometraje, discutiendo relojes de sol, temporizadores de huevos, mecanismos accionados por resorte y dispositivos digitales. Además, analizarían las zonas horarias y cómo el tiempo militar zulú se relaciona con el tiempo universal coordinado. Más o menos.
"No tendrías tu respuesta", incluso si lees el artículo de Roseman en Scientific American titulado "Para entender el sexo, tenemos que hacer las preguntas correctas". Este artículo salta los conceptos sobre las diversas especies, incluyendo bacterias y arqueas, y cómo se reproducen. A veces estas especies se aparean consigo mismas o cambian entre la reproducción sexual y asexual.
Scientific American está tratando de difuminar las discusiones actuales sobre quién puede participar en los deportes femeninos, junto con los niveles hormonales y más con la ciencia basura contemporánea que rodea el transgenerismo y los problemas LGBT (aunque tienen cuidado de no detallar esas aflicciones), pero aún así no tendrías tu respuesta.