Cuando escuché, al propio
Rubén Gisbert, un conocido abogado, brillante comunicador —al que sigo en
YouTube— que se había iniciado contra él un procedimiento por el que se le acusa de un delito de
Odio, regulado en el artículo 510 del
Código Penal, ya que sus comunicaciones contravienen la versión defendida por el gobierno, llegué a la conclusión de que cada vez estábamos más próximos a un estado nazi donde el nacional socialismo impuso el pensamiento único. Jamás pensé que, en mi país, en España, se enjuiciara a un comunicador por defender un pensamiento que no coincide con lo que el gobierno propaga.
Es la Fiscalía Provincial de Valencia la que ha iniciado el procedimiento, tras la denuncia de un particular, en relación a su posición sobre el conflicto de Ucrania. Y la juez considera que pueden existir delito en sus expresiones por lo que se habilita procedimiento donde deberá declarar ante ella en fechas próximas. Para los que no lo conocen, dicho delito puede acarrear penas de seis meses a dos años de cárcel para el condenado.
Ha sido la Brigada de Información de la Policía Nacional valenciana la que se ha dedicado a visualizar en las redes sociales las afirmaciones del abogado comunicador, trasladada al juez encargado de este asunto, que ha advertido “indicios de delito por dar noticias falsas, desinformación y delitos de odio”. La Brigada de Información me recuerda las brigadas policiales que durante el franquismo te investigaban para imputarte si no eras adicto al régimen. Y si existía la más mínima sombra de que podías ser un activista comunista, eras detenido y dabas con tus huesos en la cárcel de Carabanchel tras pasar alguna noche en los siniestros sótanos de la Dirección General de Seguridad de la Puerta del sol.
Me da que en España cada vez estamos en peligro de perder la libertad de expresión, e incluso de pensamiento. Y si la libertad de expresión está en peligro es muy evidente de que estamos en un estado policial similar al del nazismo del siglo pasado que dio lugar a la Segunda Guerra Mundial. Una situación que, si Dios no lo remedia, está a punto de repetirse porque parece que nuestros gobernantes europeos, con nuestro querido Josep Borrell —alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad— a la cabeza, siguiendo órdenes de la oligarquía globalista y del presidente Joe Biden, nos acercan a la tercera guerra mundial. Una guerra que no será como las anteriores. Será nuclear… Quizá es lo que persiguen los Estados Unidos de América, que el 6 y el 9 de agosto de 1945 lanzaron dos bombas atómicas sobre poblaciones civiles en Hiroshima y Nagasaki matando a cientos de miles de ciudadanos inocentes. La oligarquía globalista necesita disminuir en varios miles de millones la población mundial. Y después de haberlo intentado por otros métodos, de sobra conocidos, pues echarán mano, no lo duden, a la tecnología nuclear.
Espero y deseo que se archive la causa contra Rubén Gisbert. Si el procedimiento continúa, habrá que plantearse dejar de vivir en un estado policial propio del nazismo. Ahí lo dejo.