Ashkelon, una ciudad del sur de Israel, 6.12 am de la mañana del pasado jueves 16 de marzo.
La policía ingresa a una modesta vivienda de la que a través de una de sus ventanas sobresale una artesanal mini antena, en pocos minutos se retiran llevando detenido a un joven de solo 18 años y una simple computadora, se lo acusa de ser el responsable de mantener en estado de máxima alerta a los servicios de seguridad de los Estados Unidos, de Europa, Nueva Zelanda, Australia, una larga lista de países a los que inundó con amenazas de actos terroristas contra diferentes instituciones oficiales y públicas, principalmente escuelas, incluso un avión de Delta tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia en respuesta a una de esas amenazas.
Dicen que todo se inició como respuesta a que dicho joven por razones médicas no fue recibido para cumplir con su servicio militar obligatorio, la detección en su cabeza de un tumor no maligno parece ser que lo impulsó a demostrar que ello no afectaba su lucidez, que ésta supera el promedio.
Soy muy respetuoso de mis lectores, es por ello que no pretendo ingresar con explicaciones técnicas a las que no entiendo que intentan encontrar las razones del porqué durante varios meses no pudieron llegar a él, cómo hizo para que siempre las cadenas de búsqueda y detección se cortaran o los llevaran a puntos sin salida. Durante largos meses los mejores equipos técnicos e informáticos del FBI en colaboración con sus similares de diferentes países intercambiaban información, imagino que por sus mentes nunca se les cruzó que al final se encontrarían con un simple muchacho de 18 años, detrás de él no había un ejército de hackers, ningún país enemigo que como parte de una lucha política intentaba crear el caos.
Casi en forma paralela Inglaterra, y toda Europa sensibilizada con el tema, aún no salía de su asombro por el ataque terrorista individual, en solitario, en pleno corazón de Londres, que luego el Estado Islámico o cualquier otro de los tantos grupos extremistas se lo atribuya ya dejó de ser el punto importante, indica que todos los países están buscando en la oscuridad a esos cientos de kamikazes sueltos, dispersos, de solitarios terroristas impredecibles a los cuales es imposible controlar, prevenir o anticiparse, Europa toda en la búsqueda de la aguja en el pajar, nadie sabe por dónde vendrán los ataques, pero que vendrán no hay duda alguna, un ejército de hombres y miles de millones de dólares tirando al aire…
La reciente llamada intifada de los cuchillos en Israel trasladada ahora a Europa, una vez más Oriente Medio se convierte en un peligroso laboratorio y universidad de la violencia.
Dentro de ése panorama en donde el extremismo islámico salpica muchas dudas dentro de la población de Europa en lo que a su seguridad respecta, un verdadero caldo de cultivo en los debates políticos previos a las elecciones en Francia y Alemania que puede condicionarlas y redireccionar los votos, es allí donde el Presidente Erdogan de Turquía lanza sus granitos de arena, mucha sal sobre las aún no cicatrizadas heridas al insinuar abrir sus fronteras para que millones de nuevos refugiados partan hacia Europa, multiplicar los actuales problemas por millones bombas humanas.
Para Europa todo indica que estamos frente a un caliente verano, pero para Israel con los rumores de golpe de estado en el gobierno de la Autoridad Palestina para retornar al legado de Arafat, con Hamás en la franja de Gaza y su goteo de raquetas lanzadas con frecuencias de 2 ó 3 días sobre territorio israelí probando hasta donde llega la paciencia en las represalias, con Irán tomando posiciones en Siria cada vez más cerca de sus fronteras e Hisballá en el Líbano con sus cohetes apuntando hacia el sur con alcance que cubren todo el territorio de Israel las altas temperaturas están garantizadas.
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