Recuerda Laura que lo impredecible y pavoroso de toda guerra obligaba a las personas a hablar efusivamente de sus sentimientos, dejando de lado el temor al rechazo o la humillación. El mañana podía no existir. Misivas en las que se juraba amor eterno y se expresaba el padecimiento de la soledad y la desesperación y la necesidad del reencuentro.
Leslie y Bárbara, lo que pudo haber sido...
Laura, tantas cosas suceden sin que nadie se entere ni las recuerde. Poseo la dolorosa certidumbre de que nuestras necesidades y deseos varían a medida que perdemos o nos abandonan o nos despojan. Causa colosal estupefacción y perplejidad y aflicción que las cosas cambien tanto sin que uno cambie respecto a ellas. Pero, en la batalla, seguiré pensando en ti. Y, ahora, te hablaré de Leslie Upcraft y Bárbara Russo.
Se conocieron en Boston cerca de la Navidad de 1943, cantaron y tocaron la guitarra en casa de ella y se dieron un beso que él dijo que jamás podría olvidar. En 1944, Leslie, inglés, estaba a bordo del buque HMS Cubitt, prestando servicio en la Marina Real británica, mientras su novia, Bárbara Russo, alumna de secundaria que anhelaba ser piloto, continuaba viviendo en la capital de Massachusetts.
...y no fue
Durante todo un año, él le escribió enardecidas epístolas. Boda y promesas de amor verdadero. “Si tan sólo pudiéramos estar juntos pronto, querida, daría cualquier cosa para estar de nuevo contigo”, le escribió él en diciembre de 1944. “Estoy tan seguro de que volveré a ti después que termine esta terrible guerra”. Lamentablemente, no lo hizo.
Upcraft, más tarde, se enteraría a través de amigos de que su novia estadounidense se había comprometido con otro hombre durante la guerra, de acuerdo con las cartas que la misma Russo recibió de la familia de él. El mismo Leslie, más tarde, se casó con otra mujer.
En diciembre de 1944, él le escribía otra carta en el primer aniversario de su primer encuentro. “Estoy decidido a volver a por ti”, escribió Upcraft. “Me haría muy feliz, querida, que fueras mi esposa. Esta es una propuesta de matrimonio, Bárbara. ¡Por favor di que sí!”.
Él, más tarde le mandó algunas tarjetas navideñas, pero poco después ella, súbita e “inexplicablemente” dejó de recibir cartas. Más tarde, como te dije antes, él se enteró de que ella se había comprometido con otro hombre. Él tuvo que enterarse del compromiso de su ser amado donde contemplaba el mundo donde graciosos pájaros se copiaban fugitivos a través de amigos.
Qué fue lo que acabó con el amor entre Upcraft y Russo
Y el misterio revelado. Ignoro qué fue de ella, de Bárbara. Jamás se volvió a reencontrar, lo podrás imaginar, con Leslie. Pero ella no pudo olvidarle. Hace poco se supo que todas las cartas enviadas por él las conservó durante siete décadas. Las cartas de Upcraft fueron donadas hace más de doce años por la misma familia Russo. Hoy se exponen en el Museo Nacional de la Segunda Guerra Mundial de Nueva Orleans. Y brota enigmático el arcano. Qué fue lo que acabó con la relación entre Upcraft y Russo. Brumas.
Al aproximarse el 75º aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial, la citada galería expuso miles de cartas de amor de soldados y marineros a sus esposas y novias. Las cartas de Upcraft se hallan entre la numerosa colección que el personal del citado museo está digitalizando para que estén más accesibles y puedan ser leídas online en todo el planeta.
Siempre se muere en el momento más inadecuado
Pues eso, Laura, nadie piensa nunca que nadie vaya a morir en el momento más inoportuno y extemporáneo a pesar de que eso ocurre todo el tiempo, y creemos que nadie que no esté previsto habrá de irse junto a nosotros. Lo dicho, Laura, mañana en la batalla piensa en mí. Yo lo haré, también, en ti. En fin.