José Luis Moreno ha vuelto a ser noticia, pero esta vez no como víctima. Con anterioridad, el productor sufrió tres asaltos a su mansión en Boadilla del Monte, que captaron la atención de todos los medios españoles. El primero, en 1999, el segundo, en 2007, fue el más mediático debido a la brutal paliza que recibió por parte de los atracadores, que se llevaron joyas. El último asalto se produjo en 2016, pero los asaltantes no se llevaron ningún botín.
En este nuevo episodio él es el principal sospechoso, e incluso se ha llegado a señalar a uno de sus colaboradores como el confidente de la Guardia Civil, quien alertó sobre la presunta organización criminal. Esta red en la que Moreno está presuntamente implicado se dedicaría a la apropiación de dinero de créditos bancarios y privados, a través de empresas fantasma.
Los directores de distintos bancos estarían colaborando para estafar el dinero a sus clientes, quienes ya no podrían recuperarlo. Se calcula que la cantidad desviada asciende a los 50 millones de euros. ¿Qué pensaba hacer con semejante cuantía? Nada menos que la creación de un banco en Malta para blanquear dinero de la droga.
El hombre de las mil facetas no cayó en la cuenta de que la justicia se le venía encima y, si pensaba que su casa era un refugio seguro, se equivocaba. Además, el conocido ventrílocuo tenía en su chalet 200.000 euros en metálico y pagarés por valor de 400.000 euros en cajas fuertes. Esta inusual cantidad no dejó indiferentes a los agentes que registraron el domicilio de 5.000 m2. Pero esto no termina ahí, ya que la investigación fue más que fructífera, porque los agentes incautaron nueve coches de lujo, talonarios, máquinas de contar dinero, varios dispositivos electrónicos y documentos.
Sin embargo, el susto no le va a durar mucho al productor, ya que el pasado jueves 1 de julio, el juez que lleva el caso y que comparte apellido, Ismael Moreno, ha decretado ante la Audiencia Nacional, que José Luis podrá evitar la cárcel si deposita una fianza de 3 millones de euros en el plazo de una semana, quedando así en libertad provisional.