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Un debate sin Rajoy que perdió la vicepresidenta

Por Joaquín ABAD
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miércoles 09 de diciembre de 2015, 08:36h

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La expectación con que se esperaba el primer debate televisivo de la historia electoral de España con los principales candidatos frente a frente no ha decepcionado. Es evidente que las elecciones del 20 de diciembre, con la irrupción de dos nuevos partidos, van a dar un vuelco al viejo bipartidismo que ha alternado el poder desde hace cuarenta años.

Parecía, se esperaba, que la diabólica de la Moncloa se merendara a los tres candidatos. Preparada, de verbo fluido y respuesta rápida, pensé que, igual que un Alfonso Guerra con faldas, lanzaría dardos envenenados contra Pedro, contra Pablo y contra Albert. Pero la “vice” se quedó muy por debajo de las expectativas.

Pedro y Soraya se enzarzaron en los viejos usos de “y tú más”, e intentaron hincarles el diente a Albert por el pacto de Ciudadanos en la Comunidad de Madrid, y a Pablo por su apoyo a los socialistas.

La “vice” repitió el mantra de que debe gobernar el partido más votado, clavo ardiendo al que se agarra el PP para evitar que un pacto de sus adversarios les eche del poder.

Pablo y Albert, al no tener experiencia de gobierno ni muertos en el armario, se salvaron dando caña con la corrupción, el paro y la economía.

El gran ausente fue Mariano Rajoy. Estaba claro que Mariano quería salvarse de la quema enviando a su alfil, la todopoderosa ministra Soraya, de quien se asegura que le sustituirá si los populares tienen que ganarse el apoyo de Ciudadanos para formar gobierno.

Es la llamada “operación menina”: que Rajoy se vuelva a Santa Pola como registrador de la propiedad. Al parecer, la condición impuesta por Rivera para prestarle al PP los diputados que le falten.

Mariano no quería desgastarse ante tres jóvenes candidatos que ofrecieron una imagen nueva, fresca y moderna. En eso ha sido listo. Si llega a enfrentarse al trío, pierde las elecciones y el Partido Popular se hunde. No habría resistido las andanadas de “Luis, sé fuerte”. Bárcenas sigue planeando sobre su cabeza.

Con Pedro Sánchez se esperaba que el PSOE remontara. Sin embargo, anoche se le veía la rabia contenida cuando se le recordaba los corruptos “eres” en Andalucía y las puertas giratorias de sus González, Borreles, Elenas Salgados y demás exministros socialistas.

Fue todo un espectáculo ver que los candidatos a presidir el Gobierno de España se retraten en la tele, frente a frente, durante más de dos horas, y respondan ante toda España a los grandes problemas que preocupan a millones de ciudadanos.

Aunque bien es cierto que la mayoría de sus respuestas las sabíamos de antemano al haberlas expresado reiteradamente en estos meses de precampaña, los matices, los gestos, las miradas… muchas veces dicen más que el mejor de los discursos.

Concluido el primer debate de la historia electoral de España con los candidatos frente a frente, quedó un regusto de que los cuatro nos ocultan algo. Visto en frío fueron demasiado educados entre ellos. Se atacaron, pero lo justo. Sin romper puentes porque unos y otros esperan llegar a acuerdos y pactos a partir del 21 de diciembre para hacerse con el poder.

Sánchez no se tiró a la yugular de Rivera, ni tampoco rompió con Iglesias. Sáenz de Santamaría fue comedida con Rivera, incluido algún guiño que otro. Rivera desplegó guante de seda con Soraya. Iglesias compadreó con Rivera… y todos equidistantes de todos ¿Seremos capaces los ciudadanos de romper con nuestros votos no solo el bipartidismo sino también este círculo de complicidades?
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