Los movimientos propagandísticos fomentados desde la Generalidad para manifestar la voluntad rupturista con el Estado español recuerdan a viejos y rancios documentales. Aquellos donde Hitler era aclamado por muchedumbres que se convirtieron en violentos nazis que provocaron la Segunda Guerra Mundial.
Y es que hasta en el saludo de ArturMas se asemeja al de Adolf. Qué pena. Apenas dos generaciones de dejadez de los sucesivos gobiernos han permitido que desde esa parte de España sus ciudadanos, muchos, millones quizá, no se sientan españoles.
No se dan cuenta de que durante un tercio de siglo han soportado a unos políticos que se han dedicado a hacer fortuna robando, como el ex honorable Jordi Pujol. Pura sociedad hipócrita que consentía el famoso tres por ciento denunciado por el President Pascual Maragall hace diez años en sede parlamentaria.
Que cientos de alcaldes acompañen a Artur Mas en su paseillo hasta el Tribunal Superior de Justicia para declarar ante el juez instructor, por su responsabilidad en la consulta el 9 de noviembre del pasado año, nos recuerda cuando el exministro socialista José Barrionuevo, un 11 de septiembre del 1998, ingresaba en la cárcel de Guadalajara por su inculpación en los crímenes del GAL.
También fue acompañado por una multitud, unas siete mil personas, entre los que se encontraban altos cargos socialistas capitaneados por el propio Felipe González. Parece que la Justicia no se intimidó y el exministro pasó un tiempo entre rejas, hasta que el Gobierno de Aznar lo indultó abandonando la cárcel el 24 de diciembre de ese mismo año.
Pues eso. En Cataluña, desde hace muchos años, se respira un enrarecido aire fascista donde no tenían cabida quienes no seguían la hoja de ruta marcada por los hombres de la Generalidad.
A comienzos de siglo me tocó poner en marcha, por encargo de una empresa editora, un diario en papel y digital para la zona de Santa Coloma, en Barcelona. Aquel diario, “El Barcelonés”, se editó en castellano a pesar de las amenazas verbales y los gritos de las autoridades que nos conminaban a desterrar el lenguaje del reino, en favor del catalán.
Como las amenazas nos las pasamos por ese sitio, ya se encargaron, desde el Gobierno de la plaza de San Jaime, de convencer a los posibles anunciantes de que no era adecuado insertar publicidad en “El Barcelonés”.
En determinados ambientes de Cataluña se vive un ambiente enrarecido, fascista y dictatorial fomentando la ruptura con España. Y como en cualquier dictadura, ha contado con la complicidad de la inmensa mayoría de los medios de comunicación que han apoyado sin fisuras las consignas.
A cambio, han sido regados con millones de euros de publicidad institucional, sin la cual, muy posiblemente, no habrían sobrevivido a la pasada crisis de la prensa.
Y gracias a ese continuo lavado de cerebro en colegios y universidades tenemos a cientos de miles de catalanes que, como en la Alemania de Hitler, están convencidos de que su futuro está ligado a los dictados de iluminados como Artur Mas y su banda de políticos que llevan decenas de años acumulando en paraísos fiscales los millones de las comisiones.
Una banda de políticos corruptos que en última instancia no quieren ser llamados a declarar por la Audiencia Nacional, en Madrid, que no en Barcelona, donde jueces y fiscales están en su nómina.