Iglesias ha pasado de ser una supuesta víctima a verdugo, o más en concreto, sospechoso. Y es que al líder de Unidas Podemos hay que atribuirle encima el mérito de haberse enterado de la existencia de esta investigación judicial antes de haberse abierto.
¿El motivo? Su abogada, Marta Flor, mantiene una relación íntima con uno de los fiscales, el cual le habría filtrado toda la información. Al parecer, tras el presunto robo, la revista Interviú se habría reunido con el propio Iglesias, obligando a que Dina asegurase que el medio quería vender fotos íntimas para, después, cambiar su declaración y exponer lo contrario.
Iglesias se quedó entonces con la tarjeta y la devolvió quemada entre cinco y 36 meses después, a lo que Bousselham aseguró en sus primeras declaraciones que ella nunca pudo acceder a su tarjeta.
En otro cambio de guión de telenovela, Dina asegura que hay un momento en el que Iglesias se la dio, y sí que funcionaba, siendo justo después cuando se rompió.
¿Cuál es la versión real? Ni el juez lo sabe, por lo que no se descarta que el líder de Unidas Podemos acabe en el banquillo de los acusados tras tantos dimes y diretes.