Sánchez trumpea
Inicio del artículo de David González en la site elnacional.cat, donde se refiere al presidente del gobierno, Pedro Sánchez y lo compara con Donald Trump
lunes 18 de mayo de 2020, 23:42h
Sánchez trumpea. A la chita callando, como quien no quiere la cosa, con esa vocecilla de empleado de banca enrollado cuando te dice que tu cuenta está en números rojos, el presidente del gobierno español soltó el sábado, en la habitual rueda de prensa coronavírica, que si no se hubiesen tomado medidas ante el avance de la pandemia, en España se habrían superado los 300.000 muertos. Es decir, que los 27.563 fallecidos registrados son como para tirar cohetes. La trampa no es retórica, es trumpera, propia de Trump. El 1 de abril, el presidente de los Estados Unidos dejó caer que si se llegaba a 100.000 muertos en su país, “sería una cifra muy baja”, puesto que, sin hacer nada -como hasta entonces había venido haciendo-, se podría alcanzar la catastrófica cifra de entre 1,5 y 2 millones.
El amable lector le dará la razón a Sánchez e incluso a Trump. Pero solo basta leer las cifras con algo más de ponderación, para comprovar, una vez puestas en contexto, hasta qué punto fakean ambos presidentes. España es el cuarto país del mundo con más fallecidos y el quinto por el número de contagios registrados, más de 230.000. Y los Estados Unidos encabezan el ranking tanto por lo uno como por lo otro, con 88.754 fallecidos y 1.467.884 infectados. ¿Deberían dimitir ipso facto Sánchez y Trump o solicitar el Nobel en gestión de crisis sanitarias? ¿O sólo debería irse Sánchez? Al fin y al cabo, la población de los Estados Unidos (328 millones) es 7 veces la de España (47 millones), mientras que los fallecidos por covid-19 registrados en el país de Trump son solo 4 veces más...
Lo cierto es que las manifestaciones de coronapijos en los distritos ricos de Madrid, y la revuelta de la presidenta autonómica, Isabel Díaz Ayuso, le han venido muy bien a Sánchez para emmascarar su populismo coronavírico. Se embarcó en ese relato por la vía patriotera, en las peores jornadas del ataque masivo de la covid-19, en un casi revival del Aznar de la mayoría absoluta, con las redes sociales inundadas por el hashtag centralista #EsteVirusLoParamosUnidos y el “parte de guerra” cada mediodía en la comparecencia de los uniformados en la Moncloa mientras se perdían vidas a una velocidad espantosa. Luego, la puesta en escena se ha ido desmilitarizando visualmente, como los sellos de correos de Franco, en los años cincuenta, y de Juan Carlos, en los setenta, y relajándose el mando único, ahora en manos del ministro Salvador Illa, hasta hablar de “cogobernanza” con las autonomías y llevar a cabo adaptaciones e incluso microadaptaciones de las fases de desconfinamiento, etcétera. Pero en realidad, Sánchez simplemente ha suavizado y sofisticado su discurso populista para que el “rebaño” no se le desmande ahora que ya se va pudiendo salir a la calle.
Un “rebaño” que presenta -otra mala cifra- un índice de immunización de tan solo el 5% en el conjunto de España. El funambulista Sánchez, en fin, pide con una mano el apoyo de ERC para la última -y larga- prórroga del estado de alarma y con el otro trumpea los números de la pandemia para que la ultraderecha no le monte un 15-M. Es decir: no para pescar en los caladeros electorales de Vox, como el popular Pablo Casado, sino para que las protestas del barrio de Salamanca no se conviertan en la chispa de un nuevo 15-M que vuelva ahora a enterrar electoralmente al PSOE, como en el 2011, y, cuidado Pablo, a Podemos. La tormenta -la crisis económica, social- que se avecina, y la continuidad de la incertidumbre sobre el estado de salud real de la gente, dibuja un escenario político imprevisible para los próximos meses en el que todos los gatos se vuelven pardos.