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El ejército de EE. UU. abandona programas de cambio climático tras una década de derroche
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El ejército de EE. UU. abandona programas de cambio climático tras una década de derroche

lunes 07 de abril de 2025, 16:34h

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El Departamento de Defensa de EE. UU. ha decidido abandonar sus programas de cambio climático tras una década de inversión que resultó en escasos beneficios y un gasto excesivo. Iniciativas como el proyecto "Great Green Fleet" de la Marina y el uso de combustibles sostenibles por parte de la Fuerza Aérea han sido considerados ineficaces y costosos, llevando a la conclusión de que estas medidas no son esenciales para la preparación militar. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, ha declarado que la prioridad ahora es mejorar las capacidades bélicas en lugar de seguir con políticas ambientales que no han demostrado impacto significativo en las emisiones globales. Con este cambio, se busca redirigir fondos hacia necesidades operativas inmediatas y dejar atrás lo que se considera un enfoque ideológico sin beneficios estratégicos claros.

El Departamento de Defensa de los Estados Unidos ha decidido poner fin a sus programas climáticos, que se habían prolongado durante una década y que incluyeron iniciativas como el costoso proyecto de biocombustibles «Great Green Fleet» de la Armada y la dependencia de la Fuerza Aérea en el ineficiente Combustible de Aviación Sostenible (SAF). Estos esfuerzos han resultado en reducciones mínimas de emisiones, mientras que se han desperdiciado miles de millones de dólares.

Bajo la dirección del Secretario Pete Hegseth, el DoD ha dejado de considerar la mitigación del cambio climático como una prioridad, considerándola no esencial para la preparación militar. Como consecuencia, programas como los vehículos eléctricos para el campo de batalla y el SAF están siendo desechados por ser considerados imprácticos y derrochadores.

Un cambio significativo en prioridades

Las mandatos del presidente Biden sobre alcanzar cero emisiones netas para 2050 han llevado al ejército hacia objetivos poco realistas, tales como la electrificación de vehículos tácticos y el uso de biocombustibles, que no ofrecen ventajas tácticas y enfrentan barreras tecnológicas significativas. Si bien las medidas de adaptación climática, como las barreras contra inundaciones, son consideradas prácticas, los intentos por «mitigar» las temperaturas globales a través de políticas militares son vistos como fútiles. Estas iniciativas han sido catalogadas como gastos ideológicos sin beneficios ambientales o estratégicos medibles.

La elección de Donald J. Trump marcó un cambio importante en esta tendencia. Se considera que la era de gastar recursos públicos en combatir enemigos invisibles ha llegado a su fin. La percepción general es que se ha malgastado tiempo, dinero y recursos en una lucha contra temores infundados.

Desmantelamiento del enfoque ambiental

La administración Biden ha enfrentado obstáculos significativos en su impulso por un ejército con cero emisiones netas para 2050, debido a experimentos costosos con biocombustibles y transiciones poco prácticas hacia vehículos eléctricos. Ahora, bajo el liderazgo del Secretario Hegseth, el Pentágono está abandonando la mitigación del cambio climático, considerándola una distracción derrochadora de recursos destinados a la preparación militar.

A lo largo de más de diez años, el ejército estadounidense persiguió agresivamente programas climáticos. El proyecto «Great Green Fleet», lanzado en 2011 bajo el mando del Secretario Ray Mabus, buscaba alimentar buques con biocombustibles; sin embargo, fracasó debido a altos costos y problemas logísticos. Para 2017, la Armada había invertido 57 mil millones de dólares en combustibles alternativos, pero el 99% de su flota seguía dependiendo del petróleo.

Prioridades militares frente a agendas climáticas

El Secretario Hegseth afirmó recientemente: “El Departamento de Defensa no se ocupa del cambio climático. Nos dedicamos al entrenamiento y a la guerra.” Esta declaración marca un notable giro respecto a administraciones anteriores. Desde entonces, el Pentágono ha recortado programas ecológicos para redirigir fondos hacia capacidades bélicas.

A pesar de que algunas medidas adaptativas son sensatas—como las barreras contra inundaciones—se han confundido con esfuerzos por mitigar el clima que carecen de respaldo empírico. Mientras tanto, la Academia de la Guardia Costera ha eliminado el cambio climático de su currículo, enfocándose nuevamente en necesidades operativas inmediatas en lugar de metas ambientales a largo plazo.

A pesar del gasto multimillonario en políticas climáticas militares, no se observó un efecto discernible en los niveles globales de CO2. El Departamento de Defensa consume aproximadamente 4.6 mil millones de galones de combustible anualmente, siendo las aeronaves responsables del 76% de estas emisiones. A diferencia del sector civil, las operaciones militares requieren fiabilidad sobre sostenibilidad, lo que hace inviable alternativas hidrocarburadas.

Una nueva era para las prioridades defensivas

Con las ambiciones netas cero del gobierno Biden chocando con las realidades del Pentágono, ahora se prioriza la preparación para combate sobre el cumplimiento climático. La era experimental verde está llegando a su fin; sin embargo, el debate sobre las prioridades defensivas apenas comienza.

Para más información sobre temas relacionados con cambios climáticos y sus implicaciones económicas y sociales, visite ClimateAlarmism.news.

La noticia en cifras

Cifra Descripción
$57 mil millones Costo total gastado por la Marina en combustibles alternativos hasta 2017.
4.6 mil millones de galones Consumo anual de combustible del Departamento de Defensa.
76% Porcentaje de emisiones atribuibles a aeronaves dentro del consumo total del Departamento de Defensa.
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