Una reciente investigación de la Heritage Foundation ha revelado que casi todos los documentos firmados durante la presidencia de Joe Biden fueron realizados mediante un autopen, lo que plantea serias dudas sobre su conocimiento y control sobre las decisiones ejecutivas. La única firma confirmada del presidente fue en su carta de retirada de la carrera presidencial de 2024. Esta situación ha llevado al Fiscal General de Missouri, Andrew Bailey, a solicitar una investigación por parte del Departamento de Justicia sobre la capacidad mental de Biden y la posible explotación de su declive cognitivo por parte de personal no electo.
Si se comprueba esta situación, los decretos ejecutivos, indultos y acciones oficiales tomadas bajo su nombre podrían quedar constitucionalmente anulados, marcando uno de los mayores escándalos políticos en la historia de Estados Unidos.
El escándalo del autopen: una presidencia en proxy
La presidencia de Biden, ya afectada por acusaciones de declive cognitivo y mala gestión, enfrenta ahora una crisis constitucional que podría invalidar todas las acciones oficiales realizadas en su nombre. La investigación llevada a cabo por el Proyecto de Supervisión de la Heritage Foundation ha descubierto que prácticamente cada documento con la firma de Joe Biden durante su mandato fue firmado por un autopen —un dispositivo mecánico que replica firmas— salvo su carta anunciando su retirada electoral. Este hallazgo no solo confirma sospechas sobre la incapacidad mental del presidente, sino que también suscita inquietantes interrogantes sobre quién estaba realmente dirigiendo el país durante su mandato.
El uso del autopen no es nuevo en la política estadounidense. Desde la década de 1950, este dispositivo ha sido utilizado por presidentes para firmar documentos cuando no están físicamente presentes. En 2013, Barack Obama se convirtió en el primer presidente en firmar un proyecto de ley utilizando un autopen mientras se encontraba vacacionando en Hawái. Sin embargo, la dependencia del autopen por parte de la administración Biden es sin precedentes y plantea serias preocupaciones legales y éticas.
Demandas de rendición de cuentas
La investigación destaca que la única firma manuscrita confirmada por Biden fue en su carta de retirada electoral, un detalle preocupante que sugiere que podría no haber estado al tanto o ser capaz de aprobar la vasta mayoría de las acciones tomadas en su nombre. El presidente de la Cámara Baja, Mike Johnson (R-La.), había revelado anteriormente que Biden no recordaba haber firmado un decreto ejecutivo para detener las exportaciones de gas natural licuado, una omisión que cobra sentido a raíz del escándalo del autopen. La pregunta persiste: ¿quién estaba operando el autopen y sabía Biden lo que se estaba firmando?
El Fiscal General Andrew Bailey ha liderado las demandas para investigar esta situación, solicitando al Departamento de Justicia una evaluación exhaustiva sobre la capacidad mental del presidente. En una carta dirigida al Inspector General del DOJ, Michael E. Horowitz, Bailey expresó: “Solicito que realice una investigación completa sobre la capacidad mental del Presidente Biden en sus últimos días en el cargo”. Según él, dada la notoria disminución mental del mandatario, debería haberse activado el proceso sucesorio establecido en la 25ª Enmienda.
Implicaciones para la democracia estadounidense
Si estas alegaciones resultan ser ciertas, las consecuencias serían abrumadoras. Cada decreto ejecutivo, indulto y acción oficial realizada bajo el nombre de Biden podría ser considerada constitucionalmente nula, creando un caos legal y político sin precedentes. El Proyecto de Supervisión ha señalado que la revocación por parte de Biden del privilegio ejecutivo otorgado a Trump facilitará determinar quién controlaba el autopen y qué medidas preventivas existían.
Los ciudadanos estadounidenses merecen saber quién estaba realmente tomando decisiones durante la administración Biden. Este asunto trasciende un simple escándalo; representa una crisis constitucional que amenaza los cimientos mismos de la democracia estadounidense. Los medios tradicionales han sido cómplices al encubrir el declive cognitivo del presidente durante años y es poco probable que informen sobre esta explosiva historia. Sin embargo, a medida que emerge la verdad, queda claro que la presidencia Biden no solo fue un fracaso; fue un fraude.
Fuentes incluyen:
PJMedia.com
X.com
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