La cena privada del Rey emérito Juan Carlos I con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y los expresidentes José María Aznar (PP), José Luis Rodríguez Zapatero y Felipe González (PSOE), en el conocido restaurante Casa Lucio de Madrid el miércoles (1 de julio), ha disparado los rumores en los círculos políticos madrileños.
Rumores sobre si Juan Carlos habría comunicado al actual jefe de Gobierno y a quienes lo fueron bajo su reinado, su decisión de divorciarse de la Reina Sofía. O sobre su interés por conocer de primera mano qué piensan los hombres que atesoran los secretos del Estado sobre el vuelco político en España tras el 24-M y cómo pinta el panorama para las elecciones generales.
El hecho de que se haya informado de la cena a los medios de comunicación, con cobertura fotográfica incluida, ya es de por sí significativo. Antes de que alguno de los protagonistas la filtrase y disparase con ello la atmósfera conspiratoria, lo más sensato era hacerla pública.
Se ha esgrimido como excusa oficial que los asistentes coincidieron en el Palacio Real con motivo del acto institucional conmemorativo del 30º aniversario del tratado de adhesión de España a las Comunidades Europeas, que tuvo lugar el 24 de junio, festividad de San Juan y onomástica del Rey emérito. La iniciativa del encuentro partió, según La Moncloa y para marcarse un tanto, del propio Mariano Rajoy.
Hasta aquí la versión oficial. Más bien habría que dar la vuelta al argumento y decir que la cena se celebró a iniciativa de Juan Carlos.
Que ninguno de los expresidentes faltara a la cita refuerza este argumento, conocida la nula química existente entre Rajoy y Aznar, o la de González y Zapatero con Aznar. El elemento aglutinador de tan dispares sensibilidades políticas, obviamente, ha sido del anterior Jefe del Estado.
Reunirse en torno a unos platos de jamón ibérico, ensalada de tomate con ventresca, cogollos, huevos rotos y solomillo, regados con un buen vino tinto, creó el ambiente perfecto para que los asistentes expresasen sus opiniones de forma distendida.
Un ambiente para hablar de intereses comunes. De cómo PSOE y Podemos han desalojado de las principales alcaldías al Partido Popular; de cómo, si continúa la actual tendencia, Pedro Sánchez o Albert Rivera comerán el turrón en La Moncloa; de cómo la bancarrota griega afectará al euro y a España; de un posible adelanto electoral para hacer coincidir las generales con las elecciones plebiscitarias del 27 de septiembre en Cataluña.
Del interés de Europa y Estados Unidos porevitar que Cataluña termine independizándose y que España, de la mano de los sectores más radicales aglutinados en torno a Podemos, se deslice por una pendiente parecida a la de Grecia. Vuelve a abrirse paso la idea de un gobierno de concentración formado por las fuerzas parlamentarias que ganen en las generales.
Los círculos políticos madrileños se afanan en estas horas en saber en qué medida nos afectará la “reunión de pastores”, por utilizar el consabido refrán español.
Medios bien informados aseguran que Juan Carlos frecuenta el chalé de Somosaguas reformado por Corinna con la ayuda de los mejores decoradores de Madrid. La mansión, según las filtraciones del mundo de la decoración, ha quedado “palaciega”. Visitas que han disparado la rumorología sobre el anuncio del divorcio entre los Reyes Juan Carlos y Sofía, y que, a buen seguro, quedarán en una serpiente de verano.
A los puristas de las formas no les ha pasado desapercibido que la cena en Casa Lucio se organizase mientras Felipe VI y Letizia estaban en México, en su primera visita de Estado a ese país.
Numerosos temas sobre los manteles de Lucio en un momento crucial para la historia de España, debatidos en privado por los hombres que han detentado mayor poder político en las últimas cuatro décadas y cuando ya se da por hecho el comienzo de la Segunda Transición.