El aumento del autismo y la controversia sobre las vacunas
En los últimos años, la incidencia de autismo entre los niños ha mostrado un alarmante incremento. Muchos padres han observado una rápida disminución en la capacidad de respuesta, el habla y las habilidades cognitivas de sus hijos tras recibir una serie de vacunas. Este fenómeno ha llevado a cuestionar la fe ciega del establecimiento médico en la seguridad de las vacunas. A pesar de que los profesionales de la salud han sostenido repetidamente que las vacunas no causan autismo, esta afirmación carece de respaldo sólido en la literatura científica.
Las vacunas contienen sustancias neurotóxicas como el mercurio y el aluminio, y diversas investigaciones continúan evidenciando cómo estas pueden provocar daños cerebrales en los infantes.
Estudios sobre el vínculo entre Thimerosal y el autismo
Un estudio particularmente preocupante, publicado en la revista Neural Development, examinó la relación entre las vacunas que contienen Thimerosal y los diagnósticos de autismo. El Thimerosal, un compuesto que contiene casi 50% de mercurio por peso, ha sido utilizado ampliamente como conservante en diversas vacunas. La investigación reveló un aumento significativo en el riesgo de desarrollar trastornos del espectro autista (TEA) tras recibir vacunas que contenían Thimerosal, lo que sugiere un posible vínculo entre la exposición a este compuesto y el autismo.
Otro análisis, publicado en el Journal of Toxicology, halló una asociación positiva y estadísticamente significativa entre el porcentaje de niños vacunados y la prevalencia del autismo o discapacidades del habla y lenguaje. Este estudio indicó que por cada incremento del 1% en las tasas de vacunación, se diagnosticaban aproximadamente 680 niños adicionales por estado con autismo o problemas relacionados.
Aluminio y su posible contribución al daño cerebral
Aparte del mercurio, otros estudios han señalado al aluminio como un posible factor implicado. Una investigación publicada en Journal of Inorganic Biochemistry aplicó criterios para determinar si la exposición a adyuvantes de aluminio en las vacunas podría estar relacionada con el aumento del autismo. Los resultados mostraron que los países con mayor exposición a estos adyuvantes también presentaban una mayor prevalencia de TEA.
Además, se encontró una correlación significativa entre la cantidad de aluminio presente en las vacunas y la prevalencia actual de TEA en siete países occidentales, especialmente durante los tres a cuatro meses de vida, periodo en el cual se administran muchas vacunas.
Evidencias sobre el MMR y autoimunidad
Asimismo, existen indicios que sugieren una conexión entre la vacuna contra el sarampión, paperas y rubéola (MMR) y el autismo. Un estudio publicado en el Journal of Child and Adolescent Psychopharmacology encontró niveles elevados de anticuerpos MMR en niños autistas, así como una fuerte asociación entre estos anticuerpos y autoanticuerpos relacionados con proteínas básicas de mielina (MBP), vinculados a autoimmunidad del sistema nervioso central.
Diferencias étnicas en riesgos asociados a las vacunas
El impacto de las vacunas también plantea preocupaciones respecto a los neonatos masculinos. Un estudio publicado en Neuropsychiatric Disease and Treatment demostró que los varones neonatos estadounidenses vacunados con hepatitis B antes de 1999 tenían un riesgo tres veces mayor de ser diagnosticados con autismo comparado con aquellos no vacunados durante ese tiempo. Además, se observó un mayor riesgo entre varones no blancos, lo que sugiere variaciones en los efectos vacunal según grupos étnicos.
Debate sobre la sobredosis vacunal y alteraciones genéticas
La posible relación entre las vacunas y el autismo ha generado un intenso debate. Muchos padres y científicos cuestionan la seguridad del esquema actual de vacunación. La expresión de fallos sistémicos, disfunciones sensoriales e problemas autoinmunitarios en niños diagnosticados con autismo regresivo plantea interrogantes sobre si estos síntomas son consecuencia de sutiles alteraciones genéticas provocadas por un uso excesivo de vacunas. Esta hipótesis fue explorada en un estudio publicado en el North American Journal of Medical Sciences.
No se puede ignorar la evidencia científica que vincula las vacunas con el autismo. A medida que surgen nuevas investigaciones, se hace cada vez más evidente que es crucial realizar estudios adicionales sobre la seguridad y los efectos a largo plazo de las vacunas. Es fundamental examinar detenidamente los posibles riesgos asociados con sus ingredientes para garantizar el bienestar de futuras generaciones.
Fuentes:
La noticia en cifras
Cifra |
Descripción |
680 |
Niños adicionales diagnosticados con autismo por cada 1% de aumento en tasas de vacunación. |
3 veces |
Mayor riesgo de diagnóstico de autismo en varones neonatos vacunados con Hepatitis B antes de 1999. |
No especificado |
Asociación entre países con alta exposición a adyuvantes de aluminio y mayor prevalencia de TEA. |