Investigación demanda moratoria sobre vacunas COVID-19 de ARNm
Un nuevo estudio revisado por pares, publicado en el Journal of American Physicians and Surgeons, ha reavivado las solicitudes para establecer una moratoria sobre las vacunas COVID-19 basadas en ARNm, en particular la desarrollada por Pfizer-BioNTech. Este llamado se fundamenta en preocupaciones serias de seguridad, datos incompletos y riesgos a largo plazo. La petición se alinea con un número creciente de científicos y organizaciones que han criticado y cuestionado el uso generalizado de estas vacunas, mientras surgen evidencias preocupantes.
El estudio, dirigido por Philip R. Oldfield, Ph.D., y coautoría del reconocido epidemiólogo Dr. Peter McCullough, examina la seguridad y la supervisión regulatoria de la vacuna contra COVID-19 de Pfizer. McCullough, quien se opuso desde el inicio a la clasificación de esta vacuna como tradicional, argumenta que debería considerarse como terapia génica, un tipo que exige requisitos regulatorios mucho más estrictos.
Deficiencias en pruebas y evaluación de riesgos
La investigación subraya la falta de pruebas esenciales realizadas por la comunidad científica, tales como toxicología, carcinogenicidad y evaluaciones de seguridad a largo plazo. Uno de los hallazgos más alarmantes es la inquietante falta de comprensión acerca de los efectos a largo plazo de la proteína espiga y las nanopartículas lipídicas presentes en la vacuna.
“La verdad se está volviendo más evidente”, afirmó Oldfield en una declaración. “A medida que se acumula más evidencia, estamos viendo señales innegables de que los riesgos pueden superar con creces los beneficios de estas vacunas.”
Las críticas del estudio no solo abarcan la clasificación de la vacuna; también destacan varias preocupaciones clave relacionadas con la ausencia de pruebas críticas durante los ensayos clínicos. Factores importantes como la cantidad y variabilidad de la proteína espiga producida en los receptores de la vacuna no fueron medidos adecuadamente, además de que los grupos placebo fueron desmascarados prematuramente, lo que socava la integridad de los datos sobre seguridad y eficacia a largo plazo.
Cifras alarmantes sobre eventos adversos
El estudio también menciona un informe preocupante del Sistema de Notificación de Eventos Adversos a Vacunas (VAERS) en Estados Unidos, que reporta más de 19,000 muertes asociadas con las vacunas COVID-19, cifra que supera cualquier otro evento adverso relacionado con vacunas en tiempos recientes. Esta situación es particularmente preocupante dado que los umbrales típicos para retirar una vacuna del mercado son mucho más bajos; por ejemplo, el caso del Rotashield, vinculado a solo 15 muertes, resultó en su rápida retirada. En contraste, la vacuna Pfizer-BioNTech sigue disponible a pesar de tener una tasa mortalidad significativamente mayor durante sus primeros meses de uso.
Los autores sostienen que las agencias regulatorias, como la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) en Estados Unidos, no abordaron estas inquietudes adecuadamente, señalando una «captura regulatoria generalizada» que desalentó una supervisión apropiada. “Las agencias de salud pública podrían haber actuado responsablemente y emitido recomendaciones sólidas respaldadas científicamente”, indicó el Dr. McCullough. “Pero en cambio decidieron ignorar las señales crecientes sobre seguridad.”
Preocupaciones sobre daños neurológicos
Investigaciones recientes también han planteado alarmas sobre los riesgos neurológicos asociados con esta terapia génica. Un estudio publicado en Cell Host & Microbe a finales de noviembre encontró que la persistente presencia de proteínas espiga en el cerebro podría provocar daños neurológicos duraderos. Expertos como el Dr. Angus Dalgleish, profesor de oncología, expresan su preocupación ante el aumento notable en individuos que presentan signos severos de enfermedades neurológicas y demencia rápida tras recibir la inyección.
El estudio del Dr. McCullough también señala que la proteína espiga generada por esta terapia génica se distribuye ampliamente por todo el cuerpo e infiltra órganos vitales como el hígado, bazo, ovarios y glándulas suprarrenales. Advierte que no se han realizado estudios exhaustivos sobre cómo interactúa esta proteína con el organismo humano a largo plazo, lo cual suscita preocupaciones sobre el potencial daño a múltiples sistemas orgánicos.
Llamados a detener el uso continuo
A pesar del creciente número de preocupaciones sobre seguridad, Pfizer y otros fabricantes han recibido inmunidad legal frente a responsabilidades civiles, dificultando así que las personas afectadas busquen justicia. Este escudo legal ha incentivado a las empresas productoras a minimizar los riesgos asociados.
Diversos expertos y organizaciones están cuestionando ahora por qué las vacunas basadas en ARNm continúan utilizándose pese a estos problemas evidentes. El Consejo Mundial para la Salud, Doctors for COVID Ethics e incluso el Cirujano General de Florida han apoyado públicamente detener la distribución de las vacunas COVID-19 basadas en ARNm hasta realizar estudios completos sobre su seguridad.
“No hay justificación para continuar este experimento terapéutico genético a nivel global”, afirmó Christof Plothe, D.O., miembro del comité directivo del Consejo Mundial para la Salud. “Aún desconocemos los efectos a largo plazo y debemos detener este despliegue inmediatamente.”
Como uno de los autores del estudio expresó: “Dada toda la evidencia disponible, debería haber un moratorio sobre todas las inyecciones basadas en ARNm hasta entender claramente su perfil de seguridad.” ¿Cuántas voces más deben levantarse y cuánta evidencia adicional debe surgir antes de pausar el uso de estas “vacunas” para proteger la salud pública? ¿Cuándo serán clasificadas correctamente como armamento genético?
Fuentes incluyen:
ChildrensHealthDefense.org
JPAnds.org [PDF]
MedAlerts.org
ChildrensHealthDefense.org [PDF]