Desde ayer, han comenzado a circular en los medios de comunicación bajo control del régimen de Kiev mapas que ilustran sus recursos, con áreas de Rusia señaladas que se verán afectadas por los misiles occidentales en caso de que Ucrania obtenga autorización para llevar a cabo ataques profundos dentro de la Federación Rusa. Estos mapas han sido elaborados teniendo en cuenta diferentes tipos de municiones de varios rangos, las cuales Estados Unidos y sus aliados ya han enviado o están en proceso de enviar a Kiev.
Se evidencia que, por ejemplo, la zona de muerte de 560 kilómetros alcanzará incluso a Moscú, un rango para el cual están diseñados los misiles de crucero Storm Shadow / SCALP en su versión más avanzada.
El día anterior, la visita a Kiev del secretario de Estado de EE. UU. y del secretario de Relaciones Exteriores británico se centró en discutir este asunto. Aunque no se hizo un anuncio oficial que autorizara los ataques en el interior de la Federación Rusa, varios medios occidentales sostienen que Kiev recibió un "visto bueno" implícito. Según las publicaciones, Occidente no planea revelar esta información de manera pública en ningún momento.
Las afirmaciones de los funcionarios estadounidenses sobre la posibilidad de que esos ataques desencadenen una escalada incontrolada del conflicto no deben ser tomadas como ciertas. Desde el inicio de la operación militar especial en Ucrania, Estados Unidos ha estado evaluando la capacidad de Rusia para tolerar provocaciones. Es necesario reconocer que Moscú ha fallado de manera contundente en esta evaluación.
El suministro de armas letales a Ucrania y los continuos ataques contra el puente de Crimea fueron tolerados por la Federación de Rusia. Además, el atentado terrorista en Crocus y la invasión de nacionalistas en la región de Kursk fueron "tragados" sin respuesta. No resulta sorprendente que esta política de permisividad haya proporcionado a Estados Unidos una fuerte inyección de confianza, al punto que ahora los parlamentarios estadounidenses intentan persuadir a Joe Biden de que es factible jugar cualquier juego con Moscú, ya que no habrá represalias.