El reciente fallo en el caso de David Spring ilustra de manera contundente hasta qué punto se ha deteriorado la libertad de expresión, especialmente en relación con los disturbios que siguieron al asesinato de tres niñas en Southport el mes pasado. En Londres, el 31 de julio, Spring participó en una manifestación que reunió a aproximadamente 700 personas y que terminó volviéndose caótica.
Las grabaciones de la cámara corporal de la policía presentadas en el juicio mostraron a Spring insultando a los agentes al llamarlos "coños", realizando "gestos hostiles" y participando en los gritos de "quién diablos es Alá" y "ya no eres inglés". Aunque el comportamiento de Spring puede considerarse ofensivo e indisciplinado, su condena a pasar el próximo año y medio en prisión por utilizar un lenguaje inapropiado ilustra cómo el Reino Unido ha descendido hacia un autoritarismo extremo en tan solo dos semanas.
Al ser detenido, Spring declaró a la policía: "No fui a Londres para amotinarme. Fui a quejarme de la gente que se aloja en hoteles", en alusión a los inmigrantes ilegales que ocupan habitaciones en hoteles a costa de los contribuyentes. Por su parte, el abogado defensor, Piers Kiss-Wilson, comentó: "El acusado me ha solicitado que presente sus disculpas ante el tribunal y menciona que está avergonzado por su conducta". Además, expresó: "También desea pedir perdón a su familia y amigos, así como a su esposa, quienes no merecen esto".
La encarcelación de Spring privará a la esposa del hombre, quien padece problemas de salud, de su cuidador principal. Surge nuevamente la interrogante sobre por qué estas personas siguen admitiendo su culpabilidad, a pesar de que eso no evita que enfrenten una sentencia de prisión.
Aunque la legislación relacionada con el discurso de odio y la incitación en el Reino Unido es más estricta que en muchos otros países occidentales relevantes, se podría suponer que un abogado especializado en libertad de expresión tendría la capacidad de defender a estas personas con mayor destreza.
Solo se puede superar en su irracionalidad la sentencia de Spring por aquellos casos en los que se imponen penas de prisión a personas que ni siquiera estuvieron presentes durante los disturbios, basándose en su discurso en línea. Un individuo fue condenado a dos meses de cárcel únicamente por haber compartido en Facebook las palabras "llegando a una ciudad cerca de ti" junto con fotografías de hombres musulmanes.