“La crisis humanitaria de Sudán para los niños y las niñas es, en cifras, la mayor del mundo. También es una crisis de abandono. Muchas de las innumerables atrocidades cometidas contra los niños en Sudán no han sido denunciadas, a menudo como resultado de un acceso muy limitado.
El sábado por la mañana, un equipo local de fútbol masculino estaba jugando en un espacio amigo de la infancia de UNICEF en el estado de Jartum cuando un proyectil impactó en el campo de fútbol. Dos niños murieron; casi todo el equipo resultó herido. Conocí a estos niños, tanto en el hospital como en el espacio amigo de la infancia de UNICEF. Están angustiados.
Ayer hablé con una trabajadora médica de alto rango que me dio una idea de la magnitud de la violencia sexual durante esta guerra. Explicó que había tenido contacto directo con cientos de mujeres y niñas, algunas de tan solo 8 años, que habían sido violadas. Muchas habían sido mantenidas cautivas durante semanas. También habló del preocupante número de bebés nacidos tras violaciones que están siendo abandonados.
Miles de niños y niñas han muerto o han resultado heridos en la guerra de Sudán. La violencia sexual y el reclutamiento están aumentando. Y la situación es aún peor allí donde se sigue negando una presencia humanitaria permanente.
Cinco millones de niños se han visto obligados a huir de sus hogares –una abrumadora media de 10.000 niñas y niños desplazados cada día–, lo que convierte a Sudán en la mayor crisis de desplazamiento infantil del mundo. Muchos de ellos han tenido que hacerlo varias veces.
Durante más de un año hemos estado diciendo que los niños y niñas de Sudán no pueden esperar. Pues bien, ahora están muriendo. La hambruna en el campamento de Zamzam es la primera declaración de hambruna por parte del Comité de Revisión de la Hambruna en más de siete años, y sólo la tercera vez que se ha declarado una hambruna desde que se creó el sistema de seguimiento hace 20 años.
Debemos ser muy claros: sin un acceso seguro y sin impedimentos, y sin la eliminación de obstáculos, en particular en fronteras y líneas de combate, la hambruna que se ha declarado este mes en una parte de Sudán corre el riesgo de propagarse y provocar una pérdida catastrófica de vidas infantiles.
Más allá de Zamzam, otras 13 zonas de Sudán están al borde de la hambruna. En ellas viven nada menos que 143.000 niños y niñas que ya sufren el tipo más letal de desnutrición. Los expertos no dan proyecciones de mortalidad, pero la situación actual exige que los gobiernos con influencia y los donantes reconozcan lo siguiente:
Si no se toman medidas, decenas de miles de niñas y niños sudaneses pueden morir en los próximos meses. Decenas de miles. Y eso no es en absoluto el peor escenario posible. Cualquier brote de enfermedad hará que la mortalidad se dispare. Las enfermedades son nuestro gran temor. Si hay un brote de sarampión, diarrea o infecciones respiratorias (recordando que en las condiciones de vida actuales y con fuertes lluvias e inundaciones, estas enfermedades se propagan como un reguero de pólvora), las ya aterradoras perspectivas para los niños y niñas en Sudán empeorarán drásticamente.
Hoy los niños, niñas y familias de Sudán necesitan urgentemente:
- Acceso humanitario libre y seguro por todas las rutas, a través de las líneas de conflicto (en particular Darfur, Jartum y Kordofán) y a través de las fronteras de Sudán.
- El respeto del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos.
- Un aumento masivo de la financiación de los donantes para evitar el colapso de los sistemas esenciales pagando a los trabajadores de primera línea, proporcionando suministros vitales y manteniendo la infraestructura crítica.
- Un alto el fuego inmediato.
En medio de esta compleja catástrofe para los niños y las niñas, UNICEF se mantiene y cumple. Hasta la fecha, los resultados para 2024 incluyen: UNICEF y sus aliados han llegado a cinco millones de niños, niñas y familias con agua potable, a más de tres millones con suministros sanitarios críticos y a otros tres millones con pruebas de desnutrición. La organización sigue trasladando artículos nutricionales vitales a través de operaciones transfronterizas y entre líneas suficientes para tratar a 215.000 niños y niñas con desnutrición severa. Imaginen lo que UNICEF y sus aliados podrían hacer con un mayor acceso.
Para terminar con el punto en el que comencé esta intervención: la muerte de los niños que jugaban al fútbol. El capitán y el mejor jugador del equipo también era uno de los más jóvenes. La metralla del proyectil lo mató. Cuando pregunté a sus compañeros de equipo cuándo esperaban volver a jugar, su respuesta fue unánime: “nunca”.
Al cerrar los ojos Sudán e ignorar el inmenso sufrimiento, las partes en conflicto y la comunidad internacional continúan sentando un precedente peligroso de indiferencia mundial hacia la infancia”.