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Aferrarse al poder, al estilo canadiense
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Aferrarse al poder, al estilo canadiense

lunes 05 de agosto de 2024, 20:41h

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En todo el país, existe un temor y una sensación de que Canadá se está desmoronando. Muchos canadienses, ya sea de manera implícita o abierta, perciben que el país se encuentra en una situación crítica, al borde del colapso y la disolución. Según informa el National Post, "la mayoría de los canadienses que observan su entorno afirman que todo parece estar roto". La preocupación por el aumento de los costos, la calidad de la atención médica, la falta de vivienda asequible y la escasez de empleos es palpable; además, la mitad de nosotros expresa enojo por cómo se está gestionando Canadá. De manera similar, una encuesta realizada por Ipsos reveló que 7 de cada 10 canadienses coinciden en que "Canadá está roto". Como señala Lee Harding en el Western Standard, nuestros líderes "en nuestra propia ciudad capital [están] llenos de autoengrandecimiento, entregando contratos a sus amigos, sirviendo a intereses extranjeros, enterrándonos en deuda pública y poniendo fuertes impuestos a la gente". Esta situación podría recordar lo que ocurre en Estados Unidos bajo Biden y Harris.

Tras nueve años y tres mandatos de un gobierno liberal, el primer ministro marxista Justin Trudeau ha demostrado ser incompetente y estar rodeado de escándalos, lo que ha conducido a una situación alarmante. Una joven que representa este descontento expresó su frustración al afirmar: "este país se está cayendo a pedazos. Ya no hay libertad. Todo el mundo trabaja para sobrevivir y todo el mundo es miserable". Otro ciudadano coincide con ella: "Todos los sistemas son defectuosos en Canadá y es muy triste, este solía ser el mejor país del mundo, ahora todo está al revés". Un jacobino comentó: "Canadá se siente como un castillo de naipes a punto de derrumbarse. El país está en una profunda crisis. No está de moda en los círculos centristas decirlo, pero es cierto. El país está literalmente en llamas". Por otro lado, el Financial Post describe a Canadá como "un líder entre las llamadas 'naciones en colapso'", destacando que tiene la peor tasa de crecimiento entre las 50 economías desarrolladas.

Según Kevin O'Leary, presentador de Shark Tank y Dragons' Den, quien tiene experiencia en el tema, Trudeau "es el peor entrenador que ha tenido Canadá. Una incompetencia total por debajo de él en los puestos del gabinete. Incompetencia total en casi todos los mandatos. Absolutamente, lo peor que he visto en mi vida... Este es un gobierno totalmente incompetente de arriba hacia abajo. Los peores gerentes en la historia del país". Al mismo tiempo, los medios están revisando el historial financiero para recordar el deplorable legado del Partido Liberal como delegados nacionales. Como resultado, se han silenciado o prohibido todas las críticas a una administración liberal cada vez más woke.

La creciente preocupación por el compromiso de Trudeau de limitar la libertad de expresión ha comenzado a afectar incluso a un público que anteriormente mostraba conformidad. Con la clara intención de criminalizar lo que se denomina "discurso de odio", el infame proyecto de ley C-63 establece una burocracia de censura que busca hacer cumplir un conjunto de regulaciones aún poco claras sobre cómo deben actuar las plataformas de redes sociales y sobre la expresión de opiniones individuales. Este paquete legislativo incluye sanciones económicas severas y largas penas de prisión, llegando incluso a cadenas perpetuas.

Trudeau ha implementado una licencia denominada "Organización Canadiense de Periodismo Calificado", cuyo objetivo es prohibir el periodismo disidente o hostil, catalogándolo como "desinformación". El acceso a entrevistas, financiación y fuentes de investigación sería negado a los medios de comunicación y opiniones que critiquen a Trudeau y su gobierno. De este modo, solo aquellos medios que reciben financiamiento estatal disfrutarían de estos privilegios, lo que implica que la gran mayoría de las agencias de prensa en el país están bajo control gubernamental.

Recientemente hemos descubierto que las autoridades federales están trabajando en una herramienta en línea impulsada por inteligencia artificial, destinada a "ayudar" a los canadienses a identificar problemas convenientes, así como "información errónea" y "desinformación". Un estudio realizado por la Universidad de East Anglia revela que existen "pruebas sólidas de que ChatGPT presenta un sesgo político significativo y sistemático hacia los demócratas en Estados Unidos, Lula en Brasil y el Partido Laborista en el Reino Unido". El objetivo de esta iniciativa parece ser el de fortalecer un gobierno autocrático mediante el engaño al público, con ejemplos como "para contrarrestar la desinformación... como la irrupción en el Capitolio del 6 de enero, el referéndum del Brexit y la pandemia de COVID-19". En otras palabras, este proyecto busca validar la narrativa gubernamental sobre cuestiones tales como una brecha que no fue una violación, un referéndum legítimo y una respuesta punitiva y falsa ante la pandemia, así como cualquier otro aspecto que un régimen autoritario decida definir. Las implicaciones para Canadá son claras.

El tema de la inmigración, tanto legal como ilegal, es sin duda controvertido. En 2011, la conocida Iniciativa del Siglo puso de manifiesto la aparente necesidad de un incremento significativo en la inmigración, lo que se tradujo en un verdadero torrente de personas provenientes de países en desarrollo, especialmente de naciones musulmanas. En ese entonces, Trudeau era diputado y prestó atención a estos acontecimientos. Como resultado, la llegada masiva de inmigrantes ha contribuido a la disminución de salarios, al aumento del desempleo entre los trabajadores canadienses y ha provocado una crisis habitacional que ha arruinado el sueño de adquirir una vivienda para muchas familias jóvenes.

Para intensificar aún más la controversia, más de 3.000 gazatíes han recibido visas por parte de Trudeau, lo que incrementa el riesgo de un aumento en el antisemitismo y la violencia terrorista, además de agravar la crisis de vivienda. Es evidente que no hay razón para que estas personas estén aquí, ni que Trudeau tenga la obligación de recibirlas. Desafortunadamente, quizás esta sea una situación en la que los canadienses obtienen el gobierno que merecen. A diferencia de Estados Unidos, donde más del 75% de los encuestados consideran a Hamas como una organización terrorista, una encuesta realizada por Angus Reid en Canadá muestra que "los canadienses se inclinan hacia la creencia de que el gobierno se ha puesto demasiado del lado de Israel". La agitación musulmana ya afecta a Canadá, especialmente hacia su comunidad judía, aunque todos son potencialmente vulnerables. Un ejemplo actual se puede observar en la violencia persistente en el Reino Unido y la Unión Europea, donde "la tasa de inmigración ha sido tan rápida que es prácticamente insuperable". Dar la bienvenida a situaciones similares representa un grave error político o una falta de ética personal, o posiblemente ambas cosas.

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